Toxoplasmosis
Teniasis
Protozoosis entéricas

La infección provocada por Toxoplasma gondii en humanos está muy difundida, no así la enfermedad que puede alcanzar una gran importancia fundamentalmente en ciertos grupos. En primer término en las mujeres embarazadas que adquieran la primoinfección durante el curso de la gravidez puede provocar gravísimas lesiones orgánicas al feto, o pasar inadvertida y conducir a secuelas tardías en ocasiones invalidantes con un alto costo económico y social. En segundo término a los pacientes inmunodeprimidos en particular con SIDA en quienes provoca lesiones focales del sistema nervioso central con cuadros de encefalitis grave que puede comprometer la vida del paciente y en tercer término la localización ocular: corioretinitis agudas de gran impacto por las secuelas visuales que ocasionan.


Este parásito puede infectar al ser humano por vía digestiva, ingresando bajo forma de ooquistes (desde el medio ambiente contaminado con heces de felinos) o de bradizoítos contenidos dentro de quistes parasitarios (alojados principalmente en músculo estriado y cerebro de ovinos, porcinos y bovinos).

En Uruguay, la infección toxoplásmica comienza a edades tempranas, posiblemente debido a ingestión inadvertida de ooquistes toxoplásmicos emitidos por gatos, así como por ingestión de carne porcina y ovina insuficientemente cocida. En nuestro país la infección toxoplásmica presenta una prevalencia que varía entre 30 y 50% en población aparentemente sana, dependiendo de los diferentes estudios realizados. Las estimaciones realizadas para nuestro país señalan que el riesgo de infección fetal variaría entre 2 y 4 por mil, según el grupo
de edades considerado.

Distomatosis
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